Concurso de relatos sobre enfermedades crónicas

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30 de octubre de 2008

ESTADOS DE ÁNIMO



Hoy he estado reflexionando por todo lo que he ido pasando desde aquel fatídico 30 de enero hasta hoy. En tan poco tiempo he pasado por tanto, que a veces no me lo creo. Ayer mismo, mientras me duchaba, me puse a pensar en la radioterapia, y a día de hoy, no me creo que haya pasado por 25 sesiones. Cuando te dicen tienes cáncer, la percepción de las cosas cambian, por supuesto, para mejor tal vez, bueno, puedo asegurar que para mejor, pero pasas por un montón de sentimientos y de estados de ánimo en un periodo corto de tiempo. Pasé de la soledad al tumulto de gente que no me dejan caer, pasé de la pena de la enfermedad a la alegría de las cosas buenas que me han ido sucediendo, pasé del llanto a la risa fácil, pasé del infierno de la mente dando vueltas a lo malo, al cielo de los recuerdos de todas las muestras de cariño que me han ido dando en esta aventura llamada cáncer.




Sí que es cierto, que en algún momento decides tirar la toalla, y gracias a los que me rodean, la recogía y seguía tirando para adelante. También se me ha hecho más llevadero porque he intentado cambiar mi monotonía diaria lo menos posible; no he cogido baja laboral, tan solo he faltado los días de pruebas médicas y las tardes durante el periodo radioterápico. Excepto el primer fin de semana de la noticia, el resto siempre he estado fuera con la compañía de mi familia o de mis amigos. En estos casos, la monotonía de la que tanto nos quejamos la aprecié más que nunca; incluso estaba deseando que se me fueran los efectos secundarios de la radioterapia para volver a trabajar la jornada completa de trabajo.



Me considero un privilegiado, puesto que los efectos secundarios de la radioterapia de la que hablaba antes han sido prácticamente nulos, a excepción del cansancio y un poco la piel quemada, aunque me echaba la crema pertinente, se puso la zona un poco como quemada por el sol. Eso sí, en verano he tenido que estar con la camiseta puesta, ya que en un año no puede darme el sol en la zona, pero bueno. Me comentaron que perdería el apetito, y yo, como soy más chulo que un ocho, pues en lugar de eso me dio por comer, y a todas horas estaba hambriento.



También es cierto que te vuelves más sensible, o vulnerable con tu alrededor, es más fácil emocionarse con lo bello de la vida, a mi me pasa a menudo. Incluso podría decir que afloran sentimientos hasta ahora ocultos en mí, o camuflados quizá, pero al fin y al cabo no los palpaba. Te sientes frágil y fuerte a la vez, a veces ves a la gente que te mira con compasión, y otras que te miran con admiración. Incluso me tratan como un héroe, y no veas como eso sube el ego. De todo hay que quedarse con lo bueno, y digo yo, cuando acabe todo esto, ¿se me acabarán los mimos que me dan???, espero que no, aunque si es que sí, ¡¡¡pues que me quiten lo bailao!!!



Incluso me he vuelto masoquista, me alegra no sabéis cuanto cuando empieza a dolerme el hueso, y es que es señal de que está generando más hueso y matando al tumor de nombre feo, y hoy, hoy es uno de esos días que me duele, así que paradójicamente, que dolor más bueno, este dolor me hace aún más feliz.

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